Ayer me reuní con unas personas, muy majas por cierto, que no creía que me harían pasar tan buen momento. Últimamente, no sé si es por el blog o por qué, escucho más cosas relacionadas con la mierda que de costumbre. Me podría parecer algo asqueroso, pero la verdad es que mola. Y evidentemente al escribir de estas cosas en el blog me viene como dedo al culo. Hablar de un tema así cuando la gente se suelta sin un “cállate que me das asco” es tan… ¿reconfortante?, quizá, porque así sabemos que no somos los únicos que cagamos. El caso es que ayer, después de cenar con estas personas tan maravillosas (viva el peloteo), las chicas empezaron a hablar de pelos, y no preguntéis el por qué, aunque si queréis una respuesta que os acabo de negar es que son tales para cuales. Estaba yo tan tranquilo midiendo mi edad cerebral (¡¡35 añacos chavales!!) cuando de repente veo a uno de estos chicos enseñar su pierna, que por decirlo de alguna manera bastante suave, parecía que tenía ahí el forro de un abrigo esquimal, aunque como el está orgulloso a la par que feliz con sus pelos, no hay que temer una depilación que provocara una catástrofe mundial. Para él, y cito textualmente: "el pelo es felicidad" una buena filosofía de vida. Cómo no, él no iba a ser el único que enseñase su hermosura, si no que a mí también me hicieron enseñarles mi estilizada pierna, y digo estilizada porque al lado de la suya la mía parece el culito de un bebé, qué digo el culito de un bebé, en comparación ¡lo mío es tierra fértil! Después de mi turno le llegó el turno a todos los chicos presentes, y bueno… la verdad es que eso no tiene más misterio. Pero Don Chewaka (el chico de los pelos), experto en la vida sin depilación no iba a dejar todo ahí, no. Y aquí es donde empieza lo bueno, donde empieza toda la mierda. Para no interrumpir la conversación a cada frase, pondré la conversación entera, que yo soy como la televisión pública, no hago interrupciones ni para mear. Ahí va:
(Al rato de enseñar la pierna):
-Pues todavía no me habéis visto el culo, eso todavía es peor.
-Entonces tú cuando cagas ¿lo haces en lonchas?
-No, yo lo separo por ingredientes.
(Ahora se dirige a otro):
-Y tú no hables, ¡que con lo que tienes ahí te puedes peinar la raya de en medio!
-¡Y ponerme flequillo!
Y hasta aquí la conversación. Algunos de los presentes no sabíamos como habíamos terminado hablando de pelos y de mierda, pero aún así todos nos estábamos partiendo el culo. Cuando tengamos una conversación en la que profundicemos más en el tema, y sobre todo que sea graciosa, también la contaré. ¡Un saludo!