¿Cuántos ojetes indiscretos nos han visto en nuestros momentos de más esfuerzo?


bachelorette party supplies

sábado, 9 de enero de 2010

El bambú también es marrón

...¿Habéis comido bambú alguna vez? Pues os aseguro que vuestra mierda es capaz de adoptar la misma forma... Últimamente se han puesto muy de moda los restaurantes chinos, se encuentran en cada esquina de tu ciudad, aprovechando el último recoveco para instarte a comer allí por sus económicos precios. Al abrir la puerta de cualquiera de estos locales, una chica muy amable te atiende y te sienta en la que te parece la peor mesa porque se encuentra en medio del pasillo o tras una columna. Seguidamente te da una carta y tu pides el habitual arroz tres delicias, un rollito de primavera o tallarines con ternera. Mientras esperas impacientemente a que venga tu comida, tus ojos se dirigen inevitablemente a observar tu entorno. Lo que primero cae es la puerta por la que acabas de entrar y te admiras de las supuestas filigranas orientales que tienen grabadas, después la decoración de las paredes, que generalmente suelen ser cuadros con una cascada que se enchufan y comienza a caer agua. Ya por último diriges tu mirada hacia tu mesa, donde hay tres brotes de bambú decorandola. ¿Habéis comido bambú alguna vez? Pues os aseguro que vuestra mierda es capaz de adoptar la misma forma. Estaba tranquilamente yo comiendo en uno de estos restaurantes un día con mi novio y nos pedimos ternera con salsa de soja. Después, iniciamos el ritual que antes he descrito, mirar las puertas, las paredes y la mesa. El bambú estaba ahí, metido en una pequeña jarra de cristal, duro e impasible. Al cuarto de hora nos trajeron ese maravilloso plato aderezado con una muestra (¿gratuita?) de nuestro querido objeto de decoración y para no hacer el feo y también porque está bueno, nos lo comimos. No puedo describir el trayecto que hizo desde nuestra boca hasta el colon, pues soy una mujer de letras y me bailan muchos conceptos de la anatomía que (por cultura general) debería saber. Al día siguiente me levanté con ganas de ir al baño. Y ¿qué voy a hacer?, mi necesidad estaba siendo imperiosa. Cuando te bajas de la cama lo primero que notas es frío en el culo, pero lo peor viene al quitarte la ropa interior para sentarte en la taza del váter a echar la estaca que llama a tu puerta. Así pues, armándome de valor, me desarropé y puse los pies en el suelo. Tras estabilizarme, fui corriendo hasta el baño, bajándome el culot y sentándome en la taza, que oye, como es tuya no le haces ascos (al fin y al cabo si está sucia será por tu poca puntería). No fue necesario apretar, pues parecía que mi ano se había ido dilatando por el camino, pero las convulsiones del frío me hacían apretarlo un poco cuando estaba cayendo. Ciertamente, cuando el monstruo había entrado al lago, sentí un gran vacío en mi interior, pero me sentía enormemente orgullosa. Esta fue la razón para levantarme de la taza un poco y mirar dentro. En el agua flotaba un tronco marrón semejante a un bambú que remataba en un medio hilo fino, más o menos como la forma de las hojas que tienen estos curiosos tronquitos. La verdad es que me daba pena taparlo por el papel y perderlo para siempre, pero no me gusta la sensación de tener el culo lleno de mierda Entonces, con un gran peso en mi corazón, un vacío en mi recto y la sensación de tener el ano muy dilatado, procedí a limpiarme el culo y tirar de la cadena. Me subí el culot y me fui a generar mas cosas que cagar con un buen desayuno.
Entrada ofrecida por Psique.

No hay comentarios:

Publicar un comentario